martes

El encuentro.

1. No estaba nervioso la primera vez que la vio.
Mezcla de curiosidad, deseo y duda movieron sus pasos hasta llegar a ella.
Le recuerdo sonriendo.
Estrecharon sus manos siguiendo lo pactado.
Era el primer contacto con su piel, con la sensación de ese tacto que en breve inundaría el resto de su cuerpo, con su mirar directo y jovial, con su palabra hecha carne.
Se habría lanzado a ella nada más verla, su cuerpo lo pedía, su cabeza lo demandaba, pero intentaba inútilmente no desatar sus sentidos.
Estaban juntos, podrían comprobar si el verbo tenía posibilidad de hacerse real, si la ilusión tornaría en nada, o si la búsqueda de ese particular grial tendría fin.
Ella sonreía como un niño esperando un regalo.
Mente perfecta en un cuerpo de ensueño, tal vez pensando lo mismo que él, tal vez deseando a su vez no encontrarse inmersa en otro espejismo tantas veces visitado.
El sintió toda su labia puesta a prueba, y como las palabras tan amigas de su ingenio se resistían a abandonar su cueva ahora que las necesitaba mas que nunca.
Rozó su pierna.
Respiró su esencia.
Captó su quiero y se fundió con ella, amándola sin presión ni objetivos, disfrutando el presente de su cuerpo, agradeciendo el instante, haciendo días el momento.
Dos mentes parejas en cuerpos desconocidos, hasta que se unieron y supieron que no eran extraños, simplemente hacía demasiado tiempo que estaban lejos.
Calma.
Sorpresa.
Alegría.
El verbo volvió a fluir sin control ante la unión de sus mentes y sus cuerpos, y la extrañeza, herida de muerte, desapareció para siempre al ver que estaba fuera de lugar entre ellos.